Ser un luchador
Desde pequeños, y
a medida que nos vamos haciendo mayores, nuestros familiares nos enseñan que en
la vida hay que ser un luchador. En la vida hay que ser un luchador para poder
conseguir siempre lo que quieres: ser una persona honrada, independiente… para
tener unos estudios, para poder estar contento contigo mismo.. para todo esto
hay que ser un luchador.
Yo tengo la
certeza que que lo he sido. He luchado día tras día para conseguir siempre el
nivel más alto que se encuentre dentro de mis limitaciones y de mis
discapacidades. Y aquí estoy, con mi graduado de la ESO conseguido, con un montón
de retos conseguidos por mí mismo, con una independencia que ya les gustaría a
muchos tener, después de haber pasado 5 años alejado de mi familia… yo podría
ser, y no es que yo lo diga, sino que sé que muchos lo piensan, un ejemplo de
esfuerzo y superación.
Aún recuerdo de
chico, cuando a mi corta edad ya no bajaba a jugar al parque para quedarme
estudiando para el día siguiente, y cuando me iniciaron el sistema Braille… ahí
aún era pequeño, me quedaba muchísimo por aprender y por entender de esta vida,
como es normal. No todo se puede aprender de un tirón y de un día para otro.
Usamos la frase “ser
un luchador” para todo, quizás de una manera demasiado fácil a mi modo de
entender. Yo he sido un luchador, como ya digo, y he sido capaz de afrontar
miles y miles de cosas que la vida me ha tenido preparadas, porque así es Joaquín,
porque así me han enseñado que tengo que ser y porque, luchando, me siento una
persona más libre, más feliz, más competente….
Todo esto queda
muy bonito, parece que ya he conseguido ser verdaderamente una persona con
muchas cosas conseguidas. Pero no, yo pienso que aún me queda una cosa
imprescindible por conseguir, y por la que tengo clarísimo que he luchado desde
bien pequeño, de una forma o de otra. Hablo sin duda del amor. No me refiero
por supuesto al amor de mi familia o de mis amigos, que ya les gustaría a
muchos tener la pedazo de familia que tengo yo o los pedazo de amigos que
tengo. No, para nada, yo me refiero a otro tipo de amor: Me refiero a ese amor
entre dos personas, a ese “amor de pareja” como se suele conocer.
El otro día me
encontré con algo que me llamó mucho la atención. Yo soy una persona que
reclamo mucho de la libertad, quiero ser libre, feliz, independiente… Pues
bien, como digo, el otro día, la chica que me gusta, me dijo que intentase
enamorarla. Sí, sí, había pasado por una etapa de su vida bastante mala, y sabía
que yo la quería, así que me propuso un reto: Enamorarla.
Ya os podéis
imaginar mi euforia. En ese momento sí que me sentía libre y feliz. Sin
embargo, ella no se sentía bien. Cuando hablaba con ella la notaba tensa,
agobiada, triste… me decía que no sabía si lo había hecho bien, y la verdad que
estas palabras hacían que yo mismo me sintiese mal.
Al día siguiente,
y después de comentar todo esto con mis mejores amigas, me dijo que necesitaba “disfrutar
de su soltería”, que lo había pasado muy mal durante mucho tiempo y que ahora
no, no se sentía suficientemente madura como para establecer algo con otra
persona. No es porque fuese yo, Joaquín, sino porque no sería capaz de
enamorarse de una persona.
Ya sé que al menos
lo intentó y valoró todo lo que día a día me esfuerzo por quererla, por estar
con ella… pero no sé, esto es lo que me hace pensar si de verdad en esta vida me
merece la pena ser un luchador.
Ahora mismo,
sinceramente, me importa muy poco mi graduado de la ESO, aunque me encanta
tenerlo, no lo voy a negar, es un título
importante; pero creo que necesito llenar ese huequecito de mí que me hace
sentirme, en algunas ocasiones, tan desafortunado y, sobretodo… tan poco
luchador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario