viernes, 28 de junio de 2013

La tristeza que me invade



La tristeza que me invade
El otro día, en las redes sociales, leí algo que ya me temía desde hace ya tiempo, pero que no terminaba de entrar en mi cabeza, era demasiado duro. Después me enteré por otros medios de que era cierto lo que había leído: Han cerrado en Centro de Recursos Educativos Luis Braille, de Sevilla. Sí, han cerrado el colegio donde he estado cinco años. Han cerrado un sitio donde he llorado, donde he reído, donde he conocido a muchísimas personas que ahora significan mucho para mí, y otras a las que conocí, pensé que serían mucho para mí y me equivoqué. En definitiva, han cerado un sitio que, a mi modo de entender y sé que al de muchas otras personas, no tendrían que haber cerrado.
Debo de sentirme afortunado por haber podido formar parte de ese sitio durante tantísimo tiempo he estado y de haberlo disfrutado tanto como lo he hecho, de haber aprendido todo lo que he aprendido, de conocer a tantísimas personas que marcan, sin duda, mi día a día... Sí, es verdad, debo de sentirme muy afortunado, porque habrá chicos que ahora necesiten entrar en el CRE y sólo les quede irse a Madrid, ya que es el único Centro de Recursos Educativos que no han cerrado aún. Y digo aún porque, visto lo visto, y tal y como está la cosa, sé que algún día lo cerrarán también.
Me da muchísima pena por mí y por otras muchas personas que hemos disfrutado de ese sitio tantísimo. Tantos compañeros que hemos podido conocernos allí, tantos llantos, tantas risas, tanto aprendizaje... Y, ¿por qué no decirlo? Tanto amor. Porque entre nosotros, los discapacitados, también hay amor y amistad. Es lo que comentábamos el otro día, al enterarnos de la noticia, que todas las personas que hemos formado parte del CRE de Sevilla debemos de sentirnos muy afortunados, porque habrá personas que en estos momentos estén necesitando estar allí y ya no va a poder ser. Van a tener que ir al de Madrid, ver si hay suficientes plazas para satisfacer todas las necesidades de los chicos que quieran acudir allí y, si tienen suerte, entrarán.
Pero no sólo me da pena por esto, sino también por todos los profesionales que forman parte de este CRE. ¿Qué va a pasar con ellos?, ¿no les va a servir de nada tantísimos años luchando por y para la ONCE? Yo mismo, con  mis propios ojos, he estado con personas que darían todo por y para la ONCE, que aman a la ONCE y a ese CRE como si fuese su segunda casa... ¿Qué va a pasar con todas esas personas?  ¿las jubilarán  a todas y aquí no ha pasado nada?, o por el contrario, ¿se les valorará todo el esfuerzo que han hecho y verán la forma de acoplarlos en otros sitios? Son muchísimas preguntas, y muy, pero que muy pocas respuestas para todo esto.
Desde aquí, y aunque sé que no servirá de mucho, me gustaría expresar mis ánimos a toda las personas que forman parte de ese CRE, y también a nosotros, los alumnos que estamos sufriendo su cierre, porque no podéis imaginaros lo doloroso que es enterarte de todo esto.
Joaquín Caballero Moral.

sábado, 15 de junio de 2013

El realismo de la vida

Bueno, lo primero perdonadme por tener tan abandonado mi blog, pero ya sabéis que mi tiempo es muy escaso y que tengo muchas cosas que hacer; aún así, sabéis que me gusta escribir unas líneas de vez en cuando, porque creo que este es mi lugar de desahogo. En esta ocasión no voy a hablar de política, como he solido hacer últimamente. No, me apetece hablar sobre mí, desahogarme un poco, lanzar al aire lo que pienso, lo que siento, lo que quiero...
Pues aquí tenemos un año más al verano, el calor, el buen tiempo, hacer lo que te gusta, salir con los amigos, no pensar en nada, alejarte de la rutina constante y diaria de los estudios o del trabajo, estar con las personas a las que quieres y que ellos te quieren a ti... Sí, todo parece formidable en estos meses que se avecinan. Pero, ¿Es, luego, realmente, tan estupendo como se pinta? 
 Recuerdo con mucha tristeza los veranos anteriores. Veranos en los que, como e comentado, no salía mucho, no tenía amigos, estaba mal, triste, no tenía ganas de nada... Es decir, que, tras habérmelo currado un montón en el curso, mi recompensa era ésta.
Este año no va a ser menos, por desgracia. Todo el curso dándolo todo, adaptándome a mi nuevo Centro, a mi nueva vida, alejarme de Sevilla, intentar sacar unos resultados académicos razonables... y, ahora, me pregunto: ¿Para qué?
Mucha gente pensará que debo ser más positivo, que debo tomarme las cosas de otra manera, que dramatizo demasiado... Puede que sea verdad, pero, sinceramente, a lo largo de estos meses he visto muchísimas cosas, he conocido a muchas personas, y a veces, os lo digo de verdad, dan ganas de echar atrás y no mirar cómo está esta porquería de sociedad en la que vivimos. Veo cómo la gente es feliz, o aparenta serlo, cómo hacen su vida, cómo son capaces de enamorarse de una persona... ¿No es eso realmente bonito? Sí, claro que lo es, pero yo no lo tengo. ¿Por qué?, no se sabe. O bueno, sí, quizás si se sepa, pero es demasiado duro decirlo. Venga, va, un empujoncito... Todos sabemos que al ser "especial" y no "normal" la gente no va a ser capaz de aceptarme como van a aceptar a otras personas, y que, por tanto, me costará más poder enamorarme, poder ser feliz...
¿Que por qué digo esto?, ¿que esto siendo injusto conmigo mismo y con los que son como yo? Ay, no, perdonadme... Esto se llama realismo, puro y duro. Por más que no seamos capaces de asumirlo, a muchos de nosotros, nos cuesta mucho más que los demás sean capaces de aceptarnos. ¿Sabéis por qué, también? Porque no somos capaces de aceptarnos ni nosotros mismos; nos cuesta mucho valorarnos y ver lo que tenemos de positivo en nosotros mismos, por lo tanto, es difícil que los demás lo vean.
Ejemplos de excepciones... Claro que los hay. Yo mismo tengo amigos, deficientes visuales o ciegos totales, que tienen sus parejas y dicen ser muy felices. Bien, les deseo lo mejor, claro que sí, son mis amigos y espero que siempre puedan ser felices.
Pero todo esto me hace plantearme muchas cosas, me hace pensar que estoy fallando en muchas cosas y que nunca podré ser "normal".
Pero también me doy cuenta que, incluso entre personas iguales, como podemos ser mis amigos de la ONCE y yo, también podemos tener nuestras cosas, nuestras peleas, nuestras disputas... Incluso ser grandísimos amigos, y, por o se sabe qué, alejarnos el uno del otro, simplemente. O romper nuestra amistad por cualquier motivo que, evidentemente, nunca podrá justificar la ruptura de nuestra amistad. Sí, sé que es doloroso leerlo, pero es la verdad, y creo que para contar mentiras ya hay otras muchas personas que ven la vida de color rosa y que se dedican a fantasear por ahí. No, muchas gracias, yo prefiero ser realista al cien por cien y dejar las cosas muy claras desde un principio.

Joaquín Caballero Moral.