viernes, 25 de enero de 2013

Cuento concurso

Hola. Publico aquí el cuento que he realizado para un concurso.



                                            CAPÍTULO I
 
    Hola a todos, mi nombre es Fermín, aunque todos me llaman Fer, y os voy a contar mi historia.  

  Es viernes, y yo estoy en mi cuarto, escuchando música. Me gusta, me encanta la música, me inspira, me relaja… ha sido una semana agotadora, muchos exámenes y deberes… pero, sobre todo, estoy mal, ¡estoy muy mal!

  Hace unos meses  que corté con Roberta, mi primera novia, mi primer amor. Esa chica que pensaba que sería para toda la vida, con la que tan feliz me sentía, con la que tantas noches pasé, tumbados en la misma cama, demostrándonos todo lo que nos queríamos… Sé que debería olvidarlo, pero no puedo, los recuerdos llegan hacia mí, dejándome un sabor amargo en mi interior, y recordándome que, ahora, todo ha acabado.

 Hasta entonces yo era un chico normal, terminando 4º de la ESO, con unas aficiones que, supongo, serán las normales en esta edad: los amigos, las chicas, la fiesta, el ordenador… Pero, de repente, llegó ella.


   La conocí en una discoteca, una noche de fiesta, en la que yo iba con mis amigos y ella apareció de repente en mi vida, como si fuese un relámpago, acaparando todo lo que había a mi alrededor. No sé si ella lo quiso así, pero lo cierto es que para mí, en esos momentos, sólo podía existir ella, ella y nada más que ella. Me recuerda a aquella famosa canción de Pablo Alborán ¡Ah sí, ya me acuerdo! Se titula: “Y tú”, sólo que en ese caso no soy yo, sino ella…  Sus labios, su pelo, su rostro, su mirada, sus ojos… todo era bello, todo era un mundo. Y lo demás se transformaba en algo que ya no tenía sentido.


   A medida que fue pasando el tiempo, fui conociéndola cada día más, y entre nosotros se fue estableciendo una relación que, poco a poco, parecía ir teniendo sentido. Yo era feliz, me sentía como en una nube de algodón, en un cielo lleno de estrellas, de amapolas, mariposas… y de cosas bonitas, como ella. ¿O quizás ella era mucho más bonita que todas esas cosas de ese cielo que me imaginaba en mi mente? Seguramente sí.


    Ella, libre, emprendedora, feliz, luchadora… yo, demasiado romántico, demasiado sensible, poco maduro… pero, sobre todo, era yo mismo. Y parecía que ella me quería así, quería a “su Fermín”, como ella me llamaba.


  Muchos momentos vividos a su lado. El fin de semana en el campo con todos nuestros amigos en común (ella empezó a salir en la pandilla con la que yo salgo, porque sus amigas, digámoslo así, no terminaban de aceptarla), donde descubrimos la belleza del amor, de la alegría, de la felicidad… fue un fin de semana donde pudimos disfrutar mucho el uno del otro, donde descubrimos lo que verdaderamente es el amor y lo maravilloso que es todo cuando estás con la persona a la que amas.

  Todas aquellas noches pasadas a su lado, en el parque, hablando de un sinfín de cosas, besándonos, amándonos… el día que conocí a sus padres, ese día el corazón me latía muy fuerte, ¡era tan feliz!

  Pero una noche, cuando quedé con ella para estar juntos, dar un paseo por el parque, ir a tomar algo… la noté rara.
- ¿Qué te pasa, amor?—le pregunté.
- Nada—Me contestó—Estoy cansada, hoy ha sido un día un poco duro en el insti.

  Pero algo me decía que no era verdad, que esta noche no sería como todas las demás. Seguimos paseando, y ella seguía fría, triste, como ausente a todo… hasta que llegó la hora de despedirnos.
-        Fermín—me dijo—Tengo que hablar contigo.
-        Dime amor—le dije --¿qué pasa?
-        Estoy cansada de todo esto—me contestó—No sé, es como si ya no sintiese lo mismo por ti, como si todo mi amor se hubiese marchitado.


  Ahora el corazón también me latía, y no precisamente de alegría. No podía creer lo que estaba oyendo, esas palabras frías de ella, me estaban produciendo una enorme tristeza en mi interior. Ella, sin más, se alejó, dejándome así, sin ninguna explicación más.


  Conforme fueron pasando los días, me fui dando cuenta de que lo mío con Roberta había acabado, tenía que asumirlo, pero estaba mal, triste, no tenía ganas de nada… sólo quería morirme. ¿Quería? ¿Por qué hablo en pasado? Han pasado algunos meses desde que todo esto ocurrió, y aún estoy así… ¡Qué asco de vida, qué asco de mundo! Prefiero no seguir pensando.
***
Regresamos al presente. Llaman a la puerta de mi habitación.
-¿Se puede, hermanito?—dice mi hermana, Eva.
-Pasa, pasa—le respondo-- ¿Qué quieres?
-Nada, sólo quería charlar un rato contigo—me responde—últimamente te veo muy mal, no hablas con nadie… Esto de Roberta te dejó muy mal, pero ya sabes que todo pasa, y tienes que asumirlo.
-¿Asumir?—le respondo--¿El qué? ¿Qué mi vida es una auténtica mierda?, ¿o que he perdido al amor de mi vida?
-En la vida, unas veces se gana y otras se pierde. Así es y así será siempre. Y por más que tú lo intentes, no podrás cambiarlo.
- Hermana, cualquiera diría que tienes 15 años.


  Ahí está mi hermana. 15 años, alta, rubia, con los ojos azules… si no fuese porque es mi hermana, podría decir que es guapa, ¡es muy guapa! Y sin embargo, es mi hermana. Y ahora está aquí, a mi lado, ayudándome, porque me conoce, y porque sabe lo que ha significado para mí toda esta historia. Ella… ¿Qué sabrá ella del amor? Aún es joven, le queda tanto por aprender… pero ¿y yo?, ¿qué sé yo del amor? ¡Yo también soy joven, joder!  y a mi también me queda mucho por aprende! ¡Dios, qué lío me estoy haciendo!


  Me despido de ella con una sonrisa. Lo mejor será que vaya a ducharme y me relaje un poco, estoy tenso, nervioso… Mientras me ducho, escucho una música bonita, relajante, de esas que dejan huella. Sí, mucho mejor así, sin pensar en nada, relajándome, disfrutando de ese instante.

    Salgo de la ducha. Me apetece leer un rato. Voy a mi habitación y me visto. Cojo el libro de lectura que tengo en mi mesita de noche: “El porqué de la vida”. Es un libro que habla sobre la evolución del ser humano, las facetas a las que nos sometemos… pero, sobre todo, habla de los errores que cometemos.


  Estoy un rato leyendo, me gusta este tipo de lectura, la evolución de la vida, del ser humano… es interesante. Suena mi móvil, es un whatsApp  de mi amigo Rafa. “Ola tio, emos kedado a las 10 en el parke, espero q vengas… lo vamos a petar!”

  Mis amigos. Hace días que no salgo con ellos.  Raúl, Ernesto, Federico y Rafa. Mis grandes amigos de toda la vida. Nos conocimos en preescolar y siempre hemos estado juntos, nos queremos como si fuésemos hermanos y, en efecto, creo que en ocasiones podemos llegar a serlo.


 Me apetece salir con ellos, dar una vuelta, charlar, reír… así que, sin dudarlo, le respondo que allí estaré.

  Aún son las 7 y media, así que puedo seguir leyendo un rato más. Me gusta este libro, me lo regaló mi hermana por mi cumpleaños, cuando yo era feliz, cuando estaba en esa nube… parece que hace una eternidad de todo esto, pero no, tan sólo hace unas semanas. El tiempo sin ella es de otra manera, tiene otro sabor, es más triste, menos intenso… se vive de una forma muy diferente a como se vive con ella.

   Voy a vestirme. ¿Qué me pongo? ¡Ah, ya! El polo rosa con los vaqueros… Sí, buena elección.
  Ya estoy preparado. Me preparo un bocadillo rápido y salgo de casa. Me apetece mucho dar una vuelta. Llego al parque. Allí están, nada más verme se acercan a mí sonrientes.
-        ¿Qué tal estás, Fer?—Me pregunta Raúl.
-        ¡Hola!—les respondo—Bueno, la verdad que no estoy aún curado de toda esta historia; pero supongo que será cuestión de tiempo, necesito fuerzas para seguir para adelante. Por cierto, ¿Y Federico?
-        MMM…-- responden los amigos  a coro—De eso queríamos hablarte. Está en el hospital, le ha atropellado un coche y no sabemos si tendrá solución o será demasiado tarde.
-        ¡No me jodas! Lo que nos faltaba, como si no tuviésemos todos suficientes problemas…

   Todos los amigos se dirigen hacia el hospital para ver a Federico. Siento una gran sensación de tristeza al enterarme de la noticia. ¿Cómo puede ser a veces la vida tan injusta?

  La situación de su amigo no es muy favorable. Ha sufrido un grave accidente y no saben si seguirá vivo o la muerte lo atrapará. ¿Atraparlo?, ¿llevárselo a otro lugar? Sólo de pensarlo, les da un vuelco al corazón.
 
Siguen pasando los días y cada vez me siento peor, no puedo quitarme toda esta historia de la cabeza, han pasado ya algunas semanas que terminé con Roberta y, aún así, sigo pensando a cada hora, cada minuto, cada segundo… en ella. Sólo que ahora no la tengo. Necesito ayuda, pero no de mis amigos ni de mi familia, que sé que están ahí, sino de un profesional. Sí, sí, no os extrañéis: Necesito ir a un psicólogo. Así que, sin más preámbulos, me decido a ello y voy a su consulta.
 
  -Buenas tardes—le recibe el psicólogo.
-Hola, buenas tardes—le dice Fermín—vengo a contarle mi historia. Supongo que, a lo largo de su profesión, habrá ya oído muchas como la mía; pero le puedo asegurar que necesito de su ayuda.

  La voz del psicólogo es agradable y tranquilizadora, así, que sin más preámbulos, Fermín empieza a contar su historia con todo detalle, intentando no dejarse atrás nada, para que el psicólogo pueda comprender bien todo o que le está contando. Le resulta complicado y triste, pero sabe que lo tiene que hacer y que necesita ayuda.

  Al final, el psicólogo empieza a hablarle. Le empieza a explicar que, todo lo que le está contando, está dentro de lo normal a esas edades, y que debe de tener mucha paciencia y tener presente que lo han hecho bien. Cuando algo no funciona, es mucho mejor no forzarlo, porque puede que nos hagamos más daño del que verdaderamente queramos hacernos.

 
















                                                 CAPÍTULO II
 
  En otra parte de la ciudad, ajenos a todos los problemas que están sucediendo entre los chicos, se encuentra Roberta con sus amigas, “las super girls” se hacen llamar. Ella también lo pasó mal cuando cortó con Fermín, pero no era su tipo, no se sentía a gusto con él, y cuando no se quiere a una persona, mejor no engañarse y ser lo más sincero que se pueda.
-        ¡Eh tía!—le dice su amiga Fátima--¿Cómo estás?
-        ¿Cómo quieres que esté, Fati?—le responde—Me siento mal porque sé que le hecho daño. Él me ha querido como nadie ha sido capaz de quererme en esta vida; y aún así, yo no las tenía todas conmigo, veía que la relación se estaba yendo poco a poco… Tía, no sé si lo hice bien, si me equivoqué…
-        ¡Venga tía, no seas plasta!—le dice Desiré—el amor es así, llega, y se va. ¡Lo mejor es el sexo, no dependes de nadie, haces lo que te da la gana y no tienes que dar explicaciones!
-        Mira que eres burra, Desi…--le dice Noelia—El amor es maravilloso, pero sin abusar. Cuando no es correspondido, es muy, pero que muy jodido.
  
  Por un momento, pasan por su cabeza todos los momentos que ha vivido junto a Fermín y le es inevitable derramar unas lágrimas. Estaban bien, se sentían felices juntos, y, sin embargo, todo acabó. Pero volvamos al presente, ella y sus amigas.

  Están en el parque. Se conocen desde chicas y siempre han sido muy buenas amigas. Siguen charlando e intentando animar a su amiga Roberta, aunque la verdad que la cosa está complicada. Ella y Fermín estuvieron muy enamorados, pero cuando el amor se va, es mejor dejarlo ir y no forzar nada, pues luego pueden surgir problemas. Les apetece tomar algo juntas, así que se van a una heladería; es verano y hace calor. Piden unos helados y se ponen un rato a charlar, sobre el instituto, sobre lo último en moda, la música nueva que ha salido a la venta…

  Así van pasando los meses de verano. Cada uno vamos haciendo nuestra vida como buenamente puede e intentando olvidar todo lo que había pasado; intentar, de alguna forma, volver a rehacer su vida con otras personas, conocer a nueva gente, no cerrarse en el problema y “tirar palante” como se suele decir.
  
  Las “super girls” se fueron de viaje a París. Pasaron unos días inolvidables juntas y disfrutaron mucho de esos días de relajamiento. Necesitaban estar unidas y animar a su amiga Roberta. Poco a poco ella fue tomando conciencia de que lo había hecho bien, y que la vida, a veces, te pone las cosas difíciles, pero hay que saber afrontarlas de la mejor manera posible.

  Fue un viaje maravilloso, lleno de confidencias, y donde descubrieron, una vez más, que su amistad jamás podrá separarlas, y que deberán afrontar todos los problemas que se le presenten en su relación, porque ellas son así, y se quieren como son.














                                            CAPÍTULO III



   Los meses de verano siguen pasando, pero muy lentamente. Como si no se fuesen a terminar en la vida; Fermín sigue con su vida lo mejor que puede y Roberta también, pero aún no han sido capaces de asumir, ni con la ayuda del psicólogo, que lo suyo ya ha terminado, que no hay vuelta atrás.

  Llega el 15 de Septiembre y empieza el instituto. Casualmente, los dos coincidimos  en Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales. Y, por si fuese poco, hemos coincidido en la misma clase. ¿No es traicionera, en estas ocasiones, la casualidad?
 

  Los días  siguen pasando. Hablamos y comentamos, es inevitable. Nos mandan hacer un trabajo en grupo sobre la evolución del ser humano y nos toca juntos.


  Conforme va pasando el tiempo, nos vamos dando cuenta de que la vida da muchas vueltas y nunca sabes con lo que te puedes encontrar, pero que jamás podremos olvidar esa historia de amor que vivimos juntos y que, sin duda, fue maravillosa.

  Yo comprendí que nadie, ni siquiera el psicólogo al que acudió, podrá quitarle nunca de la cabeza a Roberta, porque es una persona a la que quiso mucho en el pasado y, ¿por qué no quererla también como amiga en el presente?




viernes, 18 de enero de 2013

Te necesito



Te necesito

  Y ver esa persona todos los días, levantarte y acostarte pensando en ella un día tras otro, depender de ella tu felicidad, al menos en parte, darte cuenta de que, simplemente, es una de las personas que más te hace sonreír pero, a la vez, es la persona que más sufrir puede hacerte, aún sin querer ella.
  Hablar con ella y parecer que te entiende, pero que no se da cuenta de que es de ella de quién hablas, que ella es la dueña de tu corazón, de tu  felicidad, de tu alma… De todo tú. Es eso lo que se llama un verdadero amor.
  Y mientras tanto, todo sigue. Las personas seguimos con nuestra vida, criticando lo primero que tenemos a nuestro alcance, hablando demasiado de los demás y no queriéndonos dar cuenta de nuestros propios defectos, sin querer asumir que nosotros también nos equivocamos en algunas ocasiones y que, de lo que se trata, es de ir mejorando día a día, haciéndonos mejores amigos, mejores compañeros, mejores alumnos pero, sobretodo, mejores personas; porque muchos de nosotros tenemos un problema, y yo el primero, y es que en algunas ocasiones  no sabemos lo que tenemos, hasta que lo perdemos.
  En estas ocasiones nos olvidamos de las personas que tenemos a nuestro alrededor y que nos quieren, de esas personas que siempre han estado, están y estarán a nuestro lado… Si, sin duda hablo de los buenos amigos y de la familia, de esas personas que, hagamos lo que hagamos, pensemos lo que pensemos, nos caigamos las veces que nos caigamos, siempre van a etar ahí para ayudarnos y, sobretodo, para escucharnos. ¿No es acaso esto mucho más bonito que lamentarnos por las críticas que hacen los demás de nosotros?
  ¿No es más bonito tener a unos compañeros en clase y saber que te ayudarán siempre que lo necesites o tener unos profesores a los que tienes demasiado que agradecerles y que hacen todo lo que pueden para tu adaptación? Desde luego que todo esto es muchísimo más bonito, aunque a veces nos parezca que todo esto no exista, pero lo que hay que hacer es buscarlo bien y darnos cuenta de que somos afortunados por lo que tenemos.

  Así que una mención especial a todas esas personas que sestán a mi lado en estos momentos y que hacen que mi vida sea algo más bonita. También una mención especial para ti, amor, aunque no me seas correspondido… Pero siempre te amaré.