CAPÍTULO I
Hola a todos, mi nombre es Fermín, aunque
todos me llaman Fer, y os voy a contar mi historia.
Es viernes, y yo
estoy en mi cuarto, escuchando música. Me gusta, me encanta la música, me
inspira, me relaja… ha sido una semana agotadora, muchos exámenes y deberes…
pero, sobre todo, estoy mal, ¡estoy muy mal!
Hace unos meses
que corté con Roberta, mi primera novia, mi primer amor. Esa chica que
pensaba que sería para toda la vida, con la que tan feliz me sentía, con la que
tantas noches pasé, tumbados en la misma cama, demostrándonos todo lo que nos
queríamos… Sé que debería olvidarlo, pero no puedo, los recuerdos llegan hacia
mí, dejándome un sabor amargo en mi interior, y recordándome que, ahora, todo
ha acabado.
Hasta entonces yo era
un chico normal, terminando 4º de la
ESO, con unas aficiones que, supongo, serán las normales en
esta edad: los amigos, las chicas, la fiesta, el ordenador… Pero, de repente,
llegó ella.
La conocí en
una discoteca, una noche de fiesta, en la que yo iba con mis amigos y ella
apareció de repente en mi vida, como si fuese un relámpago, acaparando todo lo
que había a mi alrededor. No sé si ella lo quiso así, pero lo cierto es que
para mí, en esos momentos, sólo podía existir ella, ella y nada más que ella.
Me recuerda a aquella famosa canción de Pablo Alborán ¡Ah sí, ya me acuerdo! Se
titula: “Y tú”, sólo que en ese caso no soy yo, sino ella… Sus labios, su
pelo, su rostro, su mirada, sus ojos… todo era bello, todo era un mundo. Y lo demás
se transformaba en algo que ya no tenía sentido.
A medida que fue pasando el tiempo, fui
conociéndola cada día más, y entre nosotros se fue estableciendo una relación
que, poco a poco, parecía ir teniendo sentido. Yo era feliz, me sentía como en
una nube de algodón, en un cielo lleno de estrellas, de amapolas, mariposas… y
de cosas bonitas, como ella. ¿O quizás ella era mucho más bonita que todas esas
cosas de ese cielo que me imaginaba en mi mente? Seguramente sí.
Ella, libre, emprendedora, feliz, luchadora…
yo, demasiado romántico, demasiado sensible, poco maduro… pero, sobre todo, era
yo mismo. Y parecía que ella me quería así, quería a “su Fermín”, como ella me
llamaba.
Muchos momentos
vividos a su lado. El fin de semana en el campo con todos nuestros amigos en
común (ella empezó a salir en la pandilla con la que yo salgo, porque sus
amigas, digámoslo así, no terminaban de aceptarla), donde descubrimos la
belleza del amor, de la alegría, de la felicidad… fue un fin de semana donde pudimos
disfrutar mucho el uno del otro, donde descubrimos lo que verdaderamente es el
amor y lo maravilloso que es todo cuando estás con la persona a la que amas.
Todas aquellas
noches pasadas a su lado, en el parque, hablando de un sinfín de cosas, besándonos,
amándonos… el día que conocí a sus padres, ese día el corazón me latía muy
fuerte, ¡era tan feliz!
Pero una noche,
cuando quedé con ella para estar juntos, dar un paseo por el parque, ir a tomar
algo… la noté rara.
- ¿Qué te pasa, amor?—le
pregunté.
- Nada—Me contestó—Estoy
cansada, hoy ha sido un día un poco duro en el insti.
Pero algo me decía
que no era verdad, que esta noche no sería como todas las demás. Seguimos
paseando, y ella seguía fría, triste, como ausente a todo… hasta que llegó la
hora de despedirnos.
- Fermín—me dijo—Tengo que hablar contigo.
- Dime amor—le dije --¿qué pasa?
- Estoy cansada de todo esto—me contestó—No sé, es como
si ya no sintiese lo mismo por ti, como si todo mi amor se hubiese marchitado.
Ahora el corazón también me latía, y no precisamente de alegría. No podía creer
lo que estaba oyendo, esas palabras frías de ella, me estaban produciendo una
enorme tristeza en mi interior. Ella, sin más, se alejó, dejándome así, sin
ninguna explicación más.
Conforme fueron pasando los días, me fui dando cuenta de que lo mío con Roberta
había acabado, tenía que asumirlo, pero estaba mal, triste, no tenía ganas de
nada… sólo quería morirme. ¿Quería? ¿Por qué hablo en pasado? Han pasado algunos
meses desde que todo esto ocurrió, y aún estoy así… ¡Qué asco de vida, qué asco
de mundo! Prefiero no seguir pensando.
***
Regresamos
al presente. Llaman a la puerta de mi habitación.
-¿Se
puede, hermanito?—dice mi hermana, Eva.
-Pasa,
pasa—le respondo-- ¿Qué quieres?
-Nada,
sólo quería charlar un rato contigo—me responde—últimamente te veo muy mal, no
hablas con nadie… Esto de Roberta te dejó muy mal, pero ya sabes que todo pasa,
y tienes que asumirlo.
-¿Asumir?—le
respondo--¿El qué? ¿Qué mi vida es una auténtica mierda?, ¿o que he perdido al
amor de mi vida?
-En la
vida, unas veces se gana y otras se pierde. Así es y así será siempre. Y por
más que tú lo intentes, no podrás cambiarlo.
-
Hermana, cualquiera diría que tienes 15 años.
Ahí está mi hermana. 15 años, alta, rubia, con los ojos azules… si no fuese
porque es mi hermana, podría decir que es guapa, ¡es muy guapa! Y sin embargo,
es mi hermana. Y ahora está aquí, a mi lado, ayudándome, porque me conoce, y
porque sabe lo que ha significado para mí toda esta historia. Ella… ¿Qué sabrá
ella del amor? Aún es joven, le queda tanto por aprender… pero ¿y yo?, ¿qué sé
yo del amor? ¡Yo también soy joven, joder! y a mi también me queda mucho
por aprende! ¡Dios, qué lío me estoy haciendo!
Me despido de ella con una sonrisa. Lo mejor será que vaya a ducharme y me
relaje un poco, estoy tenso, nervioso… Mientras me ducho, escucho una música
bonita, relajante, de esas que dejan huella. Sí, mucho mejor así, sin pensar en
nada, relajándome, disfrutando de ese instante.
Salgo de
la ducha. Me apetece leer un rato. Voy a mi habitación y me visto. Cojo el
libro de lectura que tengo en mi mesita de noche: “El porqué de la vida”. Es un
libro que habla sobre la evolución del ser humano, las facetas a las que nos
sometemos… pero, sobre todo, habla de los errores que cometemos.
Estoy un rato
leyendo, me gusta este tipo de lectura, la evolución de la vida, del ser
humano… es interesante. Suena mi móvil, es un whatsApp de mi amigo Rafa.
“Ola tio, emos kedado a las 10 en el parke, espero q vengas… lo vamos a petar!”
Mis amigos. Hace
días que no salgo con ellos. Raúl, Ernesto, Federico y Rafa. Mis grandes
amigos de toda la vida. Nos conocimos en preescolar y siempre hemos estado
juntos, nos queremos como si fuésemos hermanos y, en efecto, creo que en
ocasiones podemos llegar a serlo.
Me apetece salir con
ellos, dar una vuelta, charlar, reír… así que, sin dudarlo, le respondo que
allí estaré.
Aún son las 7 y
media, así que puedo seguir leyendo un rato más. Me gusta este libro, me lo
regaló mi hermana por mi cumpleaños, cuando yo era feliz, cuando estaba en esa
nube… parece que hace una eternidad de todo esto, pero no, tan sólo hace unas
semanas. El tiempo sin ella es de otra manera, tiene otro sabor, es más triste,
menos intenso… se vive de una forma muy diferente a como se vive con ella.
Voy a
vestirme. ¿Qué me pongo? ¡Ah, ya! El polo rosa con los vaqueros… Sí, buena
elección.
Ya estoy preparado.
Me preparo un bocadillo rápido y salgo de casa. Me apetece mucho dar una
vuelta. Llego al parque. Allí están, nada más verme se acercan a mí sonrientes.
- ¿Qué tal estás, Fer?—Me pregunta Raúl.
- ¡Hola!—les respondo—Bueno, la verdad que no estoy aún
curado de toda esta historia; pero supongo que será cuestión de tiempo,
necesito fuerzas para seguir para adelante. Por cierto, ¿Y Federico?
- MMM…-- responden los amigos a coro—De eso
queríamos hablarte. Está en el hospital, le ha atropellado un coche y no
sabemos si tendrá solución o será demasiado tarde.
- ¡No me jodas! Lo que nos faltaba, como si no
tuviésemos todos suficientes problemas…
Todos los
amigos se dirigen hacia el hospital para ver a Federico. Siento una gran
sensación de tristeza al enterarme de la noticia. ¿Cómo puede ser a veces la
vida tan injusta?
La situación de su amigo no es muy favorable.
Ha sufrido un grave accidente y no saben si seguirá vivo o la muerte lo
atrapará. ¿Atraparlo?, ¿llevárselo a otro lugar? Sólo de pensarlo, les da un
vuelco al corazón.
Siguen pasando los días y
cada vez me siento peor, no puedo quitarme toda esta historia de la cabeza, han
pasado ya algunas semanas que terminé con Roberta y, aún así, sigo pensando a cada
hora, cada minuto, cada segundo… en ella. Sólo que ahora no la tengo. Necesito
ayuda, pero no de mis amigos ni de mi familia, que sé que están ahí, sino de un
profesional. Sí, sí, no os extrañéis: Necesito ir a un psicólogo. Así que, sin
más preámbulos, me decido a ello y voy a su consulta.
-Buenas
tardes—le recibe el psicólogo.
-Hola, buenas tardes—le
dice Fermín—vengo a contarle mi historia. Supongo que, a lo largo de su
profesión, habrá ya oído muchas como la mía; pero le puedo asegurar que
necesito de su ayuda.
La voz del psicólogo es agradable y
tranquilizadora, así, que sin más preámbulos, Fermín empieza a contar su
historia con todo detalle, intentando no dejarse atrás nada, para que el
psicólogo pueda comprender bien todo o que le está contando. Le resulta
complicado y triste, pero sabe que lo tiene que hacer y que necesita ayuda.
Al final, el psicólogo empieza a hablarle. Le
empieza a explicar que, todo lo que le está contando, está dentro de lo normal
a esas edades, y que debe de tener mucha paciencia y tener presente que lo han
hecho bien. Cuando algo no funciona, es mucho mejor no forzarlo, porque puede
que nos hagamos más daño del que verdaderamente queramos hacernos.
CAPÍTULO II
En otra parte de la ciudad, ajenos a todos
los problemas que están sucediendo entre los chicos, se encuentra Roberta con
sus amigas, “las super girls” se hacen llamar. Ella también lo pasó mal cuando
cortó con Fermín, pero no era su tipo, no se sentía a gusto con él, y cuando no
se quiere a una persona, mejor no engañarse y ser lo más sincero que se pueda.
- ¡Eh tía!—le dice su amiga Fátima--¿Cómo estás?
- ¿Cómo quieres que esté, Fati?—le responde—Me siento
mal porque sé que le hecho daño. Él me ha querido como nadie ha sido capaz de
quererme en esta vida; y aún así, yo no las tenía todas conmigo, veía que la
relación se estaba yendo poco a poco… Tía, no sé si lo hice bien, si me
equivoqué…
- ¡Venga tía, no seas plasta!—le dice Desiré—el amor es
así, llega, y se va. ¡Lo mejor es el sexo, no dependes de nadie, haces lo que
te da la gana y no tienes que dar explicaciones!
- Mira que eres burra, Desi…--le dice Noelia—El amor es
maravilloso, pero sin abusar. Cuando no es correspondido, es muy, pero que muy
jodido.
Por un momento, pasan por su cabeza todos los
momentos que ha vivido junto a Fermín y le es inevitable derramar unas
lágrimas. Estaban bien, se sentían felices juntos, y, sin embargo, todo acabó.
Pero volvamos al presente, ella y sus amigas.
Están en el parque. Se conocen desde chicas y siempre han sido muy buenas
amigas. Siguen charlando e intentando animar a su amiga Roberta, aunque la
verdad que la cosa está complicada. Ella y Fermín estuvieron muy enamorados,
pero cuando el amor se va, es mejor dejarlo ir y no forzar nada, pues luego
pueden surgir problemas. Les apetece tomar algo juntas, así que se van a una
heladería; es verano y hace calor. Piden unos helados y se ponen un rato a
charlar, sobre el instituto, sobre lo último en moda, la música nueva que ha
salido a la venta…
Así van pasando los meses de verano. Cada uno vamos haciendo nuestra vida como
buenamente puede e intentando olvidar todo lo que había pasado; intentar, de
alguna forma, volver a rehacer su vida con otras personas, conocer a nueva
gente, no cerrarse en el problema y “tirar palante” como se suele decir.
Las “super girls” se fueron de viaje a París. Pasaron unos días inolvidables
juntas y disfrutaron mucho de esos días de relajamiento. Necesitaban estar unidas
y animar a su amiga Roberta. Poco a poco ella fue tomando conciencia de que lo
había hecho bien, y que la vida, a veces, te pone las cosas difíciles, pero hay
que saber afrontarlas de la mejor manera posible.
Fue un viaje maravilloso, lleno de
confidencias, y donde descubrieron, una vez más, que su amistad jamás podrá
separarlas, y que deberán afrontar todos los problemas que se le presenten en
su relación, porque ellas son así, y se quieren como son.
CAPÍTULO III
Los meses de verano siguen pasando, pero muy
lentamente. Como si no se fuesen a terminar en la vida; Fermín sigue con su
vida lo mejor que puede y Roberta también, pero aún no han sido capaces de
asumir, ni con la ayuda del psicólogo, que lo suyo ya ha terminado, que no hay
vuelta atrás.
Llega el 15
de Septiembre y empieza el instituto. Casualmente, los dos coincidimos en Bachillerato de Humanidades y Ciencias
Sociales. Y, por si fuese poco, hemos coincidido en la misma clase. ¿No es
traicionera, en estas ocasiones, la casualidad?
Los días siguen pasando. Hablamos y comentamos, es
inevitable. Nos mandan hacer un trabajo en grupo sobre la evolución del ser
humano y nos toca juntos.
Conforme va
pasando el tiempo, nos vamos dando cuenta de que la vida da muchas vueltas y
nunca sabes con lo que te puedes encontrar, pero que jamás podremos olvidar esa
historia de amor que vivimos juntos y que, sin duda, fue maravillosa.
Yo comprendí
que nadie, ni siquiera el psicólogo al que acudió, podrá quitarle nunca de la
cabeza a Roberta, porque es una persona a la que quiso mucho en el pasado y,
¿por qué no quererla también como amiga en el presente?